Nota del Transcriptor:
Se ha respetado la ortografía y la acentuación del original.
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La portada fue diseñada por el transcriptor y se considera dominio público.
BIBLIOTECA DE GRANDES NOVELAS
FEDOR DOSTOIEVSKY
TRADUCCIÓN DE
PEDRO PEDRAZA Y PAEZ
BARCELONA
RAMÓN SOPENA, Editor
PROVENZA, 93 A 97
Derechos reservados.
Ramón Sopena, impresor y editor, Provenza, 93 a 97.—Barcelona
Una tarde muy calurosa de principiosde julio, salió del cuartito que ocupaba,junto al techo de una gran casa de cincopisos, un joven, que, lentamente y con aireirresoluto, se dirigió hacia el puentede K***.
Tuvo suerte, al bajar la escalera, deno encontrarse a su patrona que habitabaen el piso cuarto, y cuya cocina, quetenía la puerta constantemente sin cerrar,daba a la escalera. Cuando salía eljoven, había de pasar forzosamente bajoel fuego del enemigo, y cada vez que estoocurría experimentaba aquél una molestasensación de temor que, humillándole,le hacía fruncir el entrecejo. Teníauna deuda no pequeña con su patronay le daba vergüenza el encontrarla.
No quiere esto decir que la desgraciale intimidase o abatiese; nada de eso;pero la verdad era que, desde hacía algúntiempo, se hallaba en cierto estadode irritación nerviosa, rayano con lahipocondría. A fuerza de aislarse y de encerrarseen sí mismo, acabó por huir, nosolamente de su patrona, sino de todarelación con sus semejantes.
La pobreza le aniquilaba y, sin embargo,dejó de ser sensible a sus efectos. Habíarenunciado completamente a sus ocupacionescotidianas y, en el fondo, seburlaba de su patrona y de las medidasque ésta pudiera tomar en contra suya.Pero el verse detenido por ella en la escalera,el oír las tonterías que pudieradirigirle, el sufrir reclamaciones, amenazas,lamentos y verse obligado a respondercon pretextos y mentiras, eran paraél cosas insoportables. No; era preferibleno ser visto de nadie, y deslizarsecomo un felino por la escalera.
Esta vez él mismo se asombró, cuandoestuvo en la calle, del temor de encontrara su acreedora.
«¿Debo asustarme de semejantes simplezascuando proyecto un golpe tan atrevido?—sedecía, riendo de un modo extraño—.Sí... el hombre lo tiene todo entrelas manos y lo deja que se le escapeen sus propias narices tan sólo a causa desu holgazanería... Es un axioma... Megustaría saber qué es lo que le da más miedoa la gente... Creo que temen, sobre todo,lo que les saca de sus costumbres habituales...Pero hablo demasiado... Talvez por el hábito adquirido de monologarcon exceso no hago nada... Verdades que con la misma razón podría decirque es a causa de no hacer nada por loque hablo tanto. Un mes completo haceque he tomado la costumbre de monologaracurrucado durante días enterosen un rincón, con el espíritu ocupadocon mil quimeras. Veamos: ¿por qué medoy esta carrera? ¿Soy capaz de eso? ¿Esserio eso? No, de ningún modo; patrañas[4]